lunes, 14 de diciembre de 2009

Mister Incoforme

Podría esperar eternamente en la ventana, pero eso no haría que me volvieran las ideas a la cabeza. Estoy segura.
La sombra a la izquierda no es humana. Lo sé. La de la derecha, bordeando la piscina, sólo es un espejismo; apenas sople un poco de vientos, desaparecerá. Casi creo que todo en mi vida es como la sombra de la derecha. Mi mamá siempre dice que los casi no valen. Y yo me pregunto qué realmente vale. Hacer un juicio respecto a eso, quizás, sería... injusto.
La gente sola no debería hablar de justicia. Titubear no es suficiente. Nada es suficiente. Los nombres que se me vienen a la cabeza, todos quieren llorar. Sí y de repente vuelve a sonar la frase "Carta suicida". Sí y de repente vuelvo a decir que es la misma porquería diaria. Sí y de repente el Señor Inconforme salta y sobrepasa la barrera del sonido. Alguien en mí, detesta al Señor Inconforme. Alguien en mí lo ama y el todo pregunta por qué.
Silencio reina y se impone sobre paz que lucha por su propia supervivencia. Nada aparece, nada molesta, nada cambia al monótono vaivén de brisa. Al señor Inconforme también le molesta lo monótono. Mi mamá siempre dice que todo pasa. Y yo me pregunto cuándo vuelve. Pensar más de una hora en eso, quizás, sería... obsesivo.
La gente sola no debería hablar de obsesión. Tratar nunca es suficiente. Nada lo es. Uso todos los recursos. Usan todos los recursos y las piedras no se mueven. La idea no se hila completamente, parece que estuviese interpretando una canción con bongoes. La palabra "Cliché" suena en mi cabeza y en el vidrio de la ventana. En las cortinas no, porque me parece que pronto se van a desaparecer. Son como los perros, se mueren solos. Son como los gatos, se mueren solos. Son como los viejos, se mueren solos. Son como nosotros...
La gente sola no debería hablar. Los derechos fueron vetados cuando empezaron a pensar en soledad. Las ganas también y las necesidades. El afecto no tiene cabida. Las ilusiones y los sueños son sólo eso; ilusiones y sueños. Todo demasiado irrisorio... y se caen los párpados, en serio, se caen. Al Señor Inconforme no le gustan mis párpados y me considera una persona sola. Una parte de mí lo detesta, otra lo mantiene adentro y a raya. Al todo, en parte, le molesta un poco, pero lo soporta. Es que es el único que tiene claro que podría esperar eternamente en la ventana, pero eso no haría que me volvieran las ideas a la cabeza. Yo también estoy segura.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Yo no tengo alas.

Yo, sí, ese yo que tú conocías o que alguna vez creíste conocer, tiene ganas de saltar por la ventana a ver si de verdad puede volar. No, no es otro estúpido intento suicida de ese yo depresivo que pensabas que vivía en mí. Es otro estúpido intento de desgracia de un tú que todavía encuentra cabida en pequeños pedazos vacíos de la isla en la que te guardo y que se difumina lentamente. Mientras más lo pienso, menos lo creo.
Yo, sí, ese yo que todos admiran o que alguna ve creyeron admirar, tiene ganas de gritar de emoción. Es que ese yo está alegre y confiado. Ese yo que todos quieren, que todos desean ser alguna vez, está sentado en un sillón de terciopelo rojo, está conforme, está tranquilo. Ese yo tiene todo lo que desea. Pero a ese yo, yo no le creo mucho. Quizás ese es mi mayor problema.
Yo, sí, ese yo que él quiere. Ese yo con el que le gusta conversar, con el que le gusta caminar. El yo inocente que siempre tiene algo para decir y que no puede evitar expresar lo que siente a cada momento. El yo apasionado, el yo poético, el yo dramático, el yo eterno e imperturbable. El yo que derrite con la mirada... Ese yo tiene una flor en la mano. La otra está en el piso y, podría decir conformar, pero no es la palabra correcta, está contento, sí, está contento porque ve renacer sensaciones y piensa, que a pesar de que amar es distinto cada vez, el amor siempre es el mismo. Pequeño yo idealista.
Yo, sí, el yo sincero, que no miente, pero que se esconde. Que tiene un vaso de agua siempre medio vacío y alguna que otra hora, medio lleno. Que se confunde con otros y busca una identidad propia en mi cabeza. Yo, sí, el yo que no puede parar de pensar y maquinar todo. Yo, sí, yo.. el yo que tú conocías y que todos admiran, el yo que él quiere.. ese yo se para del sillón con la flor en la mano abre la ventana y tiene muchas ganas de saltar sólo para saber si puede volar (aún).

Ensamblaje

No, antes no era distinto. Sólo querían hacernos creer que así era. No, antes la gente no era más feliz ni vivía más, tampoco los años fueron nunca más largos o los días más provechosos. No, antes los niños no nacían más inteligentes y no, la violencia no es sólo un invento de la época moderna.
Sí, las mujeres siempre han sido infieles y sí, también los hombres siempre les han mentido. No, no podemos echarlos a todos en el mismo saco, pero habría que buscarse una explicación mucho más larga del asunto para poder llegar a muelle sin generalidades. No, no siempre la gente usa palabras complicadas y no, no es que antes hablaran mejor el español... es que lo hablaban distinto. Es como decir "misma mierda, diferente día" Sí, creo que lo dije bien. No, no todas las preguntas se han respondido siempre con monosílabos y de todas maneras, es muy probable, que desde hace mucho la gente haya tenido siempre las mismas preguntas, pero nadie tiene tiempo para responderlas. Quizas, sólo quizás,la gente haya amado más antés, pero yo no contaría con eso. El amor siempre ha sido el mismo. El amor es sólo una cosa abstracta que va y que viene.. nada muy cierto ni muy fiable y, de poder escoger, serían pocos los que querrían amar. No, la gente no es tan melodramática siempre.. y no, no todos dan respuestas tan largas y tan incoherentes. Sí, siempre hablamos de lo mismo. Supongo que es porque nada más nos interesa. No, no todos son tan cerrados. No, nadie quiere cambiar eso... Es que.. antes tampoco era distinto. Sólo querían hacernos creer que así era. ¿Por qué?

jueves, 10 de diciembre de 2009

Despolinización.

Detrás de la cortina a la derecha: ahí dejé mi inocencia y los recuerdos de infancia. No, nunca quise que se acabara, pero hoy siento que me caigo a pedazos sin mayor control de nada. Por eso, supongo, es que nadie me mira a la cara ultimamente.
Por mi parte, yo ya no busco sonrisas ni mucho menos afecto. Ya no espero, ya no quiero, ya no necesito. Alguna vez me juraron que eso me haría sentir mejor. Alguna vez me dijeron que si me olvidaba del mundo sería libre. Alguna vez me dijeron que el amor no tenía condiciones ni 'peros' ni dudas. Pero tanto resulta lo mismo de siempre; la gente dice tantas cosas...
Debajo de la cama escondí todo lo correspondiente a la casa de la abuela, al departamento del quinto piso, a los tres perros y al pato, junto con todo lo relativo a los que alguna vez llamé mis amigos y aún más, a los que en realidad creí querer y tantas otras cosas que llegué a considerar eternas y vieron su fin en lo aparentemente azaroso. Entonces, me doy cuenta: yo odio el azar.
Odio todo aquello que pueda llegar a no ser mío. Odio todo lo que no es mío. Odio todo el mundo que no me rodea y detesto todo lo que no conozco. Entonces, me doy cuenta: yo me odio. Como si en algún punto yo pudiera ser un punto de la mala suerte. Como si las cosas no fueran causales sino casuales. Como si los dos años de filosofía solo hubieran dejado el tan temido vacío entre la necesidad de ser querida y la superficialidad social. Cuál más vana que la otra.
Me gusta la palabra "corner". Por eso dejé en la esquina todos mis romances, si es que se les puede llamar así. Dentro de todo no me gusta la palabra romance ni erótico ni tierno. En realidad, no sé por qué los dejé ahí. Quizás un poco porque lo cierto es que no me gusta la palabra esquina. Me hace pensar mal. Tanto así que me viene a la cabeza una de esas palabras que no debería usar cuando hablo de lo que más quiero. La vida debería ser en línea recta.
Sé que en algún momento de mi vida, alguien me dijo que las curvas eran atractivas. A la gente le atrae el peligro... y yo hoy pienso.. que prefiero lo cómodo; que siempre se equivocan cuando hablan, tal vez deberían callar; que odio odiar, pero aún más.. odio que las cosas se salgan de mi control. Por eso me caigo a pedazos... por empezar a pensar más en casulidades que causalidades, porque dejé la casa de la abuela y los tres perros y el pato debajo de la cama, porque confundí romances con prostitutas, porque mezclé las malas palabras con las letras, porque mi inocencia y mis recuerdos de infancia están detrás de la cortina a la derecha. Y no conmigo.

Byrus

En un punto yo creo que fallé. Y fallé de la peor manera que fallan las personas, porque en un punto también me consideré mi existencia, como la existencia de una persona, más allá del sexo, más allá de razas y religiones, más allá de todas las cosas que podrían o no significar algo en lo mundano y patético que rodea lo poco que somos o, más bien, lo poco que va quedando de lo que realmente somos. De cualquier manera, en un punto, sé que fallé.
Fallé y luego mentí. Mentí porque me molesta completamente admitir mis errores, porque denro de mi cabeza yo no cometo errores, porque siempre al final el que se equivoca termina solo, más allá de sexo, más allá de razas y religiones. El que se equivoca siempre es el tonto, el malo, el triste. El que se equivoca termina solo.
Después de mentir, sonreí y los miré a todos a los ojos y les dije. Les dije con mi mejor entonación que yo sí puedo mentir, pero no me creyeron. Tal vez están tan acostumbrados a que les mientan, por sobre sexos, razas y religiones, que no pueden soportar que les digan la verdad. Tal vez he mentido tanto que nadie desea creerme, pero prefiero pensar que, hasta antes de equivocarme, yo sí solía decir la verdad. Tal vez la gente miente tanto que simplemente espera que le mientan también. A mí siempre me mintieron y no lo esperaba, luego, fui yo quien mintió.
Y cuando nadie me hubo creído que yo mentía, cuando todos estaban convencidos de que siempre digo la verdad, yo reí a carcajadas, con el mundo en mi bolsillo... como en una secuencia demente, media loca, medio fuera de mí, sí, como siempre, feura de lo que me gusta de mí, lo que acostumbro a ser, lo que tengo a la rutina acostumbrada a que yo sea, fuera de espacios, de sexos, razas y religiones, fuera de todo lo que rodea lo poco que queda de nuestras patéticas e infinitas existencias circulares, fuera de todo, yo me reí a carcajadas en la cara del mundo.. y todos rieron conmigo y cenaron conmigo y nos fuimos a acostar, más tarde, a donde las aguas caen en silencio, junto al fuego. Junto a una fogata. Junto a nuestras almas un poco inofensivas, un poco inocentes, pero no completamente. Junto a nuestros sexos y razas y religiones, dormimos. Junto a la estúpida necesidad de reir y fingir ser feliz... Juntos todos... pero el que se equivoca siempre termina solo. Por eso en un punto, yo creo que fallé.