jueves, 18 de febrero de 2010

UYT

Porque sino queda un espacio entre medio que Ad no entiende por la poca comprensión lectora, el sofoco emocional y el deficit atencional que la atosiga estos días. La pantalla de colores tampoco ayuda, mucho menos el pitido en la oreja derecha y por supuesto, la idea de volver a lo que fue una vez, aquella, sí, no era fácil, no, pero salió, sí, a algo más simple.
Porque sino Ad tiene que aumir que se equivocó en tomar C en vez de D y no esperar que lloviera negro en el campo, antes de salir a pastar con las vacas en el sitio donde se supone que debeía estar, esperando constante como siempre, la capacidad física y mental de llegar al séptimo nivel como haría cualquiera en su condición. Ad escribe incoherencias.
Porque sino Ad explota y nadie quiere ver sus pedazos volar por el firmamento y quemar todo indicio de vida, dado que Ad no tiene patria, no tiene gente, no tiene cantos, no tiene amigos ni nada en lo que apoyarse. Ad es un estandarte que se sostiene con su pata sola... con su sóla pata y si alguien pudiese escarvar un poco más abajo de la sonrisa y la buena energía, notaría que Ad necesita seriamente un bastón.
¿Por qué Ad está diez metros bajo el árbol... el sauce... el gris? Porque el árbol no tiene tierra y Ad no tiene dónde esconderse.

jueves, 4 de febrero de 2010

Dosmilcuatrocientosdiez.

Por eso, desde anoche ya no tengo nombre... quizás mañana me quite los años, porque será lo único que me quede por perder, después de dejar tirados en el camino las miradas, las sonrisas, las expresiones, los recuerdos, los no-momentos, las necesidades; todas, las reales y las que no lo son, los por siempre, los quizás, mis peros y mis por qués. Entonces, quizás deje los años de lado también.
Esa estúpida tendencia de ser liviano. Esta estúpida tendencia del vacío-emocional-existencial medio nuevo, medio antiguo, medio demasiado lugar común. Esta estúpida, estúpida, estúpida tendencia a tildar cada cosa que no comprendo como estúpido y tener que ser irritante, molesta, atosigante, extraña, ajena, irónica y completamente sarcástica para poder llamar la atención. Esta tendencia semi-varguandista tan aprendida de los monos y el hombre neardental... estúpido sapins.
Le dedicaré a todo dos segundos y luego, me iré erguida, sí, erguida como quien no quiere la cosa, pero que sabe que hizo lo correcto. Siempre, siempre, siempre. Tres veces, siempre. Hacer lo correcto "always". Mezclar pensamientos "always". Hacia el frente "always"... Hacia adelante, como la moribunda sensación de que aún, incluso después de la tormenta, el arcoiris, la tormenta y el arcoiris otra vez, el barco se mueve y yo no tengo el timón o el timonel se tiró por la borda apenas alguien gritó "Nube". Tres veces, siempre. La terecera no es la vencida...
El mar está tupido. El mar es gris y tupido. El mar es un requiem por un sueño, aunque no sé qué significa. Yo soy el mar; agua abstracta y complicada, agua turbia, agua profunda. Agua verde. Todo es verde. Hasta el cielo que pretendo rozar en sus mejillas. Verde. Así es.. y las imágines son volátiles y efímeras. Somos, juntos, un léxico muy elevado para la propia lengua. Decae. Agua. Decanta. Decae. Agua.
Yo no lo creo cuando lo miro; no es normal. No lo creo cuando lo rozo, cuando lo siento, cuando lo toco. No es normal, no es nuevo, no es conocido, no cuento con que lo llegue a ser en algún momento... Y de tan verde ya no tengo nombre... De tan profundo, quizás mañana me quite los años, después de perder en la tormenta miradas, las sonrisas, las expresiones y los recuerdos. Después de que me robaron los no-momentos, las necesidades; todas, los por siempre, los quizás y después de no confiar en nada ni en mis peros ni mis por qués y en estúpido intento de redención dejaré lo estúpido... Ya sin años, ya sin tiempo, ya sin nombre ni sentido...

martes, 2 de febrero de 2010

La Rue Morgue

¡Ah! y se ha vuelto depresivo y mal pensado, muy desconfiado por demás. No, no lo reconozco. Bastante indiferente para mi gusto ¿sabes? un poco, quizás, más de lo que necesitábamos todos que se volviera. Nunca pensé que llegara a ese extremo. No tienes que decirlo, yo fui de las primeras personas que quiso cambiarlo. Sí sé que siempre quiero cambiar las cosas, pero yo no soy el tema ahora.
Lo que quiero decir es... no, eso no es lo que quiero decir. Él tiene todo lo que quise decir alguna vez. Sí, por eso te fijaste en él... me lo dijiste varias veces. De todos modos, él no es quién conociste alguna vez. No se acerca siquiera a esa persona educada y libre en todo sentido. No lo reconzco y no estoy seugra de querer encontrar a alguien en su mirada. Tiendo a no mirarlo a los ojos. También me tiene cansada la música de fondo... Tal vez, debería apagar la televisión. No fue sugerencia de él por si te lo preguntas. Creo que deberías superar rápido esa fase de celos incomprensibles.
Quizás sí estoy siendo injusta. Al comienzo me parecía muy buena idea y ahora se está volviendo bastante mediocre. No fue mi culpa tampoco. No te culpo a ti... Lo culpo a él. Él nunca sabe qué decir. Él nunca sabe qué hacer. Él es quién pretende ser perfecto para convertirse en un ser extraño y ajeno y no, no me agrada.
Nunca lo amé. Eso es cierto. No, tú tampoco lo amaste. No sabes amar a nadie y deberías de ocupar esas frases tan a la ligera... porque estoy bastante aburrida de hablarle de ti yfingir que alguien habla de mí. Estoy cansada de pensar en un algo común inexistente. Son sólo frases cortadas cuando creo que hilar una idea porque se carcome cada pequeño pensamiento de mi cabeza... eso no es amar... y además, creo que ya no me quiere por como me mira y la manera en que ha dejado de hacer todo lo que hacía. Está distinto. ¡Ah! y creo que te mencioné que se ha vuelto depresivo y mal pensado, muy desconfiado... todos lo dicen. No, te repito que no lo reconozco. Es indiferente¿sabes? definitivamente más de lo que esperé que se volviera. Nunca quise que llegara a ese extremo. No tienes que decirlo, yo fui de las primeras personas que quiso cambiarlo. Sí sé que siempre quiero cambiar las cosas, pero yo no soy el tema ahora: Es esa persona que vive dentro mío, que se crea espacio y se convierte en otra pequeña careta...

lunes, 1 de febrero de 2010

Abriles en parís

Pero tú no sabes nada y él quiere evitar pensar que no lo haces: como octubre y las lágrimas y las almohadas y las miradas y las películas que siempre tenían un significado oculto, nada es transparente ni sincero. Es culpa tuya... y te lo recriminas, pero no importa. Puedes vivir con tu propia culpa y quedarte en el sillón rojo o comprarte uno azul para pasar las penas. Como otoño en el jardín de la eterna primavera, como atardeceres tardíos, como frases célebres, como los lugares comunes, los clichés y el abril en París.
Tú caminas; la gente camina al rededor tuyo. La gente es tonta y lo sabes; por eso te juzgas animal, para no tener que considerarte gente, para ser alguien obtuso, para que nada tenga la necesidad de ser trascendente o ascendente o descendente, para que no te juzguen si no puedes mantener a nadie a tu lado sin exigir, para que noviembre no sea un fastidio y en diciembre no te sientas culpable y más que nada, un ser solo y deprimido frente a un espejo traslúcido. Es enero en Haití.
Él camina, pero no junto a ti porque, aunque no lo parezca, va dos pasos más adelante siempre como las flores que se marchitan en febrero para evitar marzo, abril y junio. Es un año más grande por dentro y envejece lindo; envejece como envejecen las criaturas eternas, como muere lo que no muere, como perecen los inviernos en las cumbres de las montañas que se alzan por sobre sitios que tu imaginación no alcanza... por el infinito negro donde nuestra voz no alcanza. Y José Asunción sonríe desde la tumba. Es como julio en Madrid.
Él no te mira y tú no lo miras. Omites su mirada, prefieres el otro camino. Sí, el camino del cine, el fácil, el que la gente escucha, el que te permite ser todos y de todo. Sí, prefieres el camino que no perece porque el placer puede llegar a ser infinito y sonríes (por inercia, tal vez) como si hubieras ganado algo... pero tú no sabes nada y él quiere evitar pensar que no lo haces. Él siempre sabe todo, sabe del octubre de lágrimas y almohadas, sabe de miradas y películas sin significado concreto, pero que para ti eran algo oculto, porque no puedes creer que nada sea transparente ni sincero si tú no lo eres. Es culpa tuya... y te lo recriminas, finges que no importa. Puedes vivir con tu propia culpa y quemar el sillón rojo para comprarte uno azul y ahogar tus penas y tu autovaloración. Como un otoño en el jardín de la eterna primavera, como los atardeceres tardíos, como las frases célebres, como los jodidos lugares comunes, los clichés y el abril en París. Así de triste, así de patético... así te ve él desde el otro lado del panel reflector. Tan evidente...