jueves, 4 de febrero de 2010

Dosmilcuatrocientosdiez.

Por eso, desde anoche ya no tengo nombre... quizás mañana me quite los años, porque será lo único que me quede por perder, después de dejar tirados en el camino las miradas, las sonrisas, las expresiones, los recuerdos, los no-momentos, las necesidades; todas, las reales y las que no lo son, los por siempre, los quizás, mis peros y mis por qués. Entonces, quizás deje los años de lado también.
Esa estúpida tendencia de ser liviano. Esta estúpida tendencia del vacío-emocional-existencial medio nuevo, medio antiguo, medio demasiado lugar común. Esta estúpida, estúpida, estúpida tendencia a tildar cada cosa que no comprendo como estúpido y tener que ser irritante, molesta, atosigante, extraña, ajena, irónica y completamente sarcástica para poder llamar la atención. Esta tendencia semi-varguandista tan aprendida de los monos y el hombre neardental... estúpido sapins.
Le dedicaré a todo dos segundos y luego, me iré erguida, sí, erguida como quien no quiere la cosa, pero que sabe que hizo lo correcto. Siempre, siempre, siempre. Tres veces, siempre. Hacer lo correcto "always". Mezclar pensamientos "always". Hacia el frente "always"... Hacia adelante, como la moribunda sensación de que aún, incluso después de la tormenta, el arcoiris, la tormenta y el arcoiris otra vez, el barco se mueve y yo no tengo el timón o el timonel se tiró por la borda apenas alguien gritó "Nube". Tres veces, siempre. La terecera no es la vencida...
El mar está tupido. El mar es gris y tupido. El mar es un requiem por un sueño, aunque no sé qué significa. Yo soy el mar; agua abstracta y complicada, agua turbia, agua profunda. Agua verde. Todo es verde. Hasta el cielo que pretendo rozar en sus mejillas. Verde. Así es.. y las imágines son volátiles y efímeras. Somos, juntos, un léxico muy elevado para la propia lengua. Decae. Agua. Decanta. Decae. Agua.
Yo no lo creo cuando lo miro; no es normal. No lo creo cuando lo rozo, cuando lo siento, cuando lo toco. No es normal, no es nuevo, no es conocido, no cuento con que lo llegue a ser en algún momento... Y de tan verde ya no tengo nombre... De tan profundo, quizás mañana me quite los años, después de perder en la tormenta miradas, las sonrisas, las expresiones y los recuerdos. Después de que me robaron los no-momentos, las necesidades; todas, los por siempre, los quizás y después de no confiar en nada ni en mis peros ni mis por qués y en estúpido intento de redención dejaré lo estúpido... Ya sin años, ya sin tiempo, ya sin nombre ni sentido...

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