sábado, 1 de mayo de 2010

El más profundo mejórate de mis 17 años.

Quizás sólo necesitaba golpearte y dejar de escribir en primera persona. Definitivamente eres la primera línea y definitivamente la palabra "definitivo" es una estupidez. En mi lado del colchón, el mundo sigue indiferente y yo, cada vez mas insuficiente emocionalmente como para fingir, como lo han hecho todos los grandes genios de la historia, que no me importa y que puedo encontrar un algo que me ayude a llenar alguno de los tantos vacíos existenciales.
Supongo que si mañana me levanto con la misma cara, la misma energía, el mismo aura, la misma moral, el mismo sentido del bien y el mal y los mismo números que se repiten para numerar algo cuyo sentido no comprendo al cien por cien, seguiré siendo yo con una carencia de verbos infinita y una escasez de pensamientos divergentes. Supongo que si quiero aún las mismas cosas y ando los mismos caminos, seguiré siendo yo con la nubecita morada, gris, verde, dorada, azul sobre la cabeza. Supongo que aún le buscaré sentido a los colores...
Y si me quito la cara, los nombres, los por qués y las razones (esos mismos que siempre nombro, pero que mantengo como basura en el repertorio general que se acomoda básicamente en mi bodega mental), todas las cosas cuya real clasificación empieza con la letra "m" pero siempre me ha parecido demasiado vulgar como para agregarla a una reflexión seria... si me quito las nubes y los paraísos.. si me quito las lágrimas y los péndulos y la estúpida manía de tildar de estúpido todo lo inconsciente que no comprendo.. Sí, tú, estúpida sombra mirando la pantalla, atrás mío.
Quizás sólo necesitaba golpearte y dejarte sin aire para sentirme mejor conmigo misma. Toda la confianza que gano y te regalo en los suspiros y el ceño fruncido... toda esa que es sólo sujeto sin predicado. Quizás sólo necesitaba borrarte y ponerte una máscara para rellenar mi mundo interior o algo así, por ese estilo, muy perdido, como siempre, de parte de Chile para el mundo y de Colombia a las memorias más recónditas de Gabriel. Quizás sólo necesitaba un tiempo a solas para dejar de escribir en primera persona... con ese gigantezco ego que me caracteriza.. y los mismo estúpidos números que no dejan desahogar a la persona que se baña entre mis ojos y a quien, sin entender por qué, aún no concibo la manera de amar.

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