domingo, 8 de marzo de 2009

Muy Estimado Señor Noche V

Y, okei, el Muy Estimado Señor Noche se dio cuenta de que no era suficiente quedarse esperando para conseguir la vida que siempre quiso. La barba no viene sola con los años. Entonces, se paró.
Recientemente se ha dado cuenta, no es que quiera, sólo sucede, de que ha pasado un tercio de su vida sentado, el otro durmiendo y el otro soñando, pero nunca verdaderemente en pie, avanzando hacia un "adelante" no muy cercano, pero quizás posible y un poquito loco, que debería tener como meta desde el momento en que nació.
El Muy Estimado Señor Noche no tiene padres. Es una de esas cosas que sólo están por ser, ahí, por la calle, golpeando puertas, desgastando el cemento con unos zapatos feos rotos en las puntas, ensuciando paredes con guantes sin dedos, molestando a las personas que quieren comer tranquilas sin que nadie los observe como queriendo quitarles una miguita de la boca. Tiene un hermano, que a veces va, a veces vuelve, que a veces está y otras molesta su ausencia. Tiene un hermano que no sabe por qué es su hermano, pero que es la única constante en su vida.
Entonces, se levantó aquel día de revelaciones con la firme convicción de ir hacia adelante, hacia allá donde no hay problemas, ni hambre, ni cosas feas, ni noches de frío, ni miseria. Allá donde la gente vive feliz y parece que todo saliera bien, allá donde todo es una película sin contenido en la que, si no mueren todos, todos tienen lo que querían. Por algún motivo al Muy Estimado Señor Noche le gustaba el cine. Tampoco había visto mucho cine en su vida. Tampoco es que tener muchos años, signifiquen haber vivido mucho. Tampoco es que necesitara ver muchas películas para saber que le gustaba verlas. Tampoco es que necesitara explicar todo lo que piensa. La cosa es que le gustaba el cine y le gustaban las películas baratas. Quizás porque lo hacían sentirse una persona diferente y superior, alguien que no era él mismo que vive sólo un cortometraje donde los dramas pasan en secuencia y terminan por agobiar al personaje principal que nace y muere entre un montón de papeles, que resultan ser el intento mismo del guión. Le gustaban las peliculas light de niñas rubias que bailan y cantan y saltan y consiguen todo lo que se proponen, algo ilógico y alejado de la realidad. Y se paró, entonces, después de reflexionar sobre cómo ganarle a la más bonita de toda la historia para triunfar, saltar, cantar, gritar y reír, reír como nunca había reido y tener todo lo que anhelaba y no sonar ilógico al final, o sonar ilógico si qué importaba sonar ilógico con tal de ser feliz.
Okei, el Muy Estimado Señor Noche estaba cansado de estar esperando toda la vida a que llegara una luz a rescatarlo o que sonara la campana del recreo para salir corriendo al patio y encontrar que el tiempo se ha detenido y que nunca moriría, aunque se encontrase ahora en el ocaso de su vida, preguntándose si alguna vez hubo amanecer. Y usando luz como argumento para su próxima creación, él pensaba en que llegara la sabiduría, la madurez, el carisma, la fe, el amor, los recuerdos bonitos y todas las cosas que se perdió, porque, al final de un camino lleno de encrucijadas, se dio cuenta de que no era suficiente quedarse esperando para conseguir los sueños que siempre quiso realizar, de que ha pasado un tercio de su vida sentado, el otro durmiendo y el otro soñando, pero nunca verdaderemente en pie, avanzando hacia un "adelante" no muy cómodo, pero sí necesario para ser pleno y estar bien... Entonces, se paró, con la convicción de que ahora sí que sí.
El Muy Estimado Ser Noche está en pie con la firme convicción de seguir adelante y dejar su ocaso atrás. El Muy Estimado Señor Noche da un paso adelante y se siente realizado. Da otro y el júbilo lo llena, lo satisface, lo moldea por dentro como un ser nuevo, lleno de espacio para llenar con cosas nuevas y cuando cree que el tercero será aún mejor que el anterior, cae El Muy Estimado Señor Noche, cae en un abismo de incertidumbre y desesperación que le quitan nuevamente las ganas de avanzar y de reír y de soñar. Entonces, se duerme de nuevo en el silencio profundo de un quizás, de donde no sale porque moverse siempre cuesta más que pensar en alguna vez. Se seca las lágrimas, cierra los ojos, se siente medio satisfecho, medio vacío también, pero le parece suficiente, se abraza él solo para sentir menos frío y menos hambre. Se gira para mirar la pared mohosa de su callejón.
Quinta Muerte de mi Muy Estimado Señor Noche.

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