jueves, 5 de marzo de 2009

Primero

Entonces, él le sonrió como si con una sonrisa fuese a cambiar su mundo, su vida, su forma de verlo. No dijo "lo siento", no dijo "te extrañé", ni siquiera pensó en las mil maneras que tenía para hacerla reír, quizás porque no sabía que cuando ella ríe, perdona y olvida.
Ella estaba perdida, estaba ausente. No era ella misma ultimamente.
El cuarto estaba oscuro, aunque había luz entrando y saliendo y chocando contra las paredes, contra sus caras, contra sus pensamientos. El cuarto estaba oscuro. Oscuro como los ojos de ella, como su alma, como su mente, como los ojos de él mirándola fijamente tratando de apartar la ira que no se iría por más que le sonriera con esos labios que habían besado su boca tantas veces.
Era demasiado amor, demasiados errores, demasiado tiempo desperdiciado, demasiadas palabras que nadie entendió y ella no era ella mismo ultimamente, estaba ausente, estaba perdida y extrañando a quien amó, a quien le mintió, a quien no dejaría de sonreírle, incluso cuando la veía marchar con reproches y confundida. Primer error.

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