lunes, 30 de marzo de 2009

Muy Estimado Señor Noche VI

Mi Muy Estimado Señor Noche está buscando un nuevo cambio para hacer en su vida porque ya se quitó la barba, se lavó la cara, se trató de levantar, trató de compartir su amor, trató de irse lejos, trató de cambiar el mundo y trató de ser otra persona, pero nada le funciona. Es que nada funciona como debería últimamente. Así que El Muy Estimado Señor Noche, cansado también de morir, decide ser un asesino.
Aparece entonces, en su callejón, con cara de incertidumbre, sentado frente a su pared que ya no parece pared sino una acumulación exagerada de moho y bichos de diferentes tamaños, colores que son, por cierto, todos muy desagradables. Aparece el basurero, también, a su lado, lleno de papeles y él se pone la mano en el bolsillo para confirmar que siguen ahí, las pocas migas de sus recuerdo
Como una ocasión excepcional, no trata de cambiar su imagen y deja colgando la barba, el cabello sucio, la cara plomiza. Se deja ahí puestos la mirada vacía, la nariz aguileña de forma poco común, la boca delgada y las orejas desproporcionalmente grandes, disimuladas a su vez por las greñas que le cubren los costados de la cara, hasta un poco antes de donde comienza el fin de los ojos. Como una ocasión excepcional también se deja colgando su vacío emocional, sus ganas insaciables de que su existencia sea reconocida por otra persona, no importa la edad, no importa el color, no importa el idioma, son sus ganas insaciables de ser amado, esperado, deseado, pensado en algún momento del día y que, por ser una ocasión de esas que no se dan muy a menudo, no va a tratar de satisfacer. Y se queda sentado ahí, con el alma bien puesta en algún sitio poco conocido que no interesa en este momento. Sin ganas de ser nada, más que nada en una fusión constante de átomos que hace más sentido que el sentido de esta frase.
Y cuenta en su cabeza todas las cosas que no tiene ganas de hacer, todas las cosas que sabe no va a hacer nunca... Cuenta en su cabeza los cuatroscientos ciencuenta y cuatro motivos que tiene para estar mal y doscientos veintidos para no estar y los ciento quince para estar donde está, cómo está, por qué está ahí. Cuenta como si contar tuviera alguna gracia mayor que pasar el tiempo o alejar la cabeza de ideas que podrían acortar la existencia a un nivel ínfimo.
Nimiedades.. más nimiedades y Mi Muy Estimado Señor Noche se pierde en la desmotivación de no querer ser nadie para nadie ni para nada. Se borra en la agonía de la soledad y la incertidumbre. Se ahoga en una pregunta capsiosa... porque decidió no morir el día de hoy, no, El Muy Estimado Señor Noche no quiso morir el día de hoy se convirtió en un asesino... de su propia escencia.
Sexta Muerte de Mi Muy Estimado Señor Noche.

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