lunes, 20 de abril de 2009

ÁngeL

Apareció un día en su vida como con ganas de quedarse por siempre y ella lo aceptó como con ganas de que no se fuera nunca, con una mirada de complicidad, con una sonrisa irónica, con sus expresiones muy ella que a veces a él le incomodaban.
Lo escondía detrás del sillón en los días y en las noches salían a recorrer las calles en silencio, de la mano, como castigando a la vida, como reclamándole que los hiciera tan distintos o que el mundo fuera tan estúpido y tan vacío.
Detrás del sillón, él había creado un mundo maravilloso de polvo y telarañas, de casi sueños, de casi ideas, de casi viajes y casi venidas. Él podía crear lo que quisiera porque él era casi todo. Era como el cielo, como las ganas, como los colores, como la identidad misma. Era el plagio de Dios, la agonía, la felicidad, las necesidades de ella.
Ella ya no dormía casi por verlo.

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