jueves, 12 de febrero de 2009

Muy Estimado Señor Noche III

El Muy Estimado Señor Noche se quería enamorar. Se quería enamorar porque todos se estaban enamorando y parecían estar felices y conformes con sus existencias, menos él. Quería encontrar a alguien con sus gustos, con su mirada, con su manera de ver el mundo, con su risa espontánea, con sus chistes y sus mentiras que resultaban tiernas y entretenidas al fin y al cabo. Tenía en mente mil maneras de encontrarla, de seguirla, de adorarla, de conquistarla y hacerla suya en el sentido más puro de palabra. Tenía una lista grande de deseos para concederle y entregarse por completo.
El Muy Estimado Señor Noche no ama la primavera, no ama los sábados por la noche, no le gustan las flores. El Muy Estimado Señor Noche no tiene buena pinta, sino en vez dos ojos grandes que tratan de atraparte y hundirte en el abismo que tiene por dentro. Es una persona oscura. Las personas oscuras no merecen ser felices, eso dice escrito en su frente.
Se levantó temprano, se quitó los recuerdos de la espalda e intentó pararse derecho. Se lavó las manos, se lavó la cara, se afeitó la barba y, como pudo, se cortó el pelo. Incluso, después de mucho meditarlo y con el dolor de su alma, lavó su chaqueta larga en un agua pura que después quedó teñida con los dolores que guardaba en sus bolsillos y que olvidó sacar.
Y caminó erguido por la calle como si nada lo fuese a derrumbar, caminó erguido buscándola entre luces y bares bonitos, entre tiendas y cafés, entre helados y vestidos. No se rendía, , aunque ya veía pronta la hora de irse a dormir, aunque su aliento se condensaba frente a su cara, aunque la laguna mental de incertidumbre se le empezaba a desbordar por los ojos.
Entonces, se sentó en una banca en la mitad de la avenida y se miró las manos limpias, sin olvidos, sin recuerdos, sin nada que ocultara las cicatrices, se tocó la cara, se buscó los pelos que tanto tiempo implicaron sabiduría para él y que ahora habían desaparecido, se sobó la cabeza varias veces y una que otra, extrañó su cabello largo hasta más abajo de los hombros. Y sin mirarse, se vió: aún más patético, aún más solo y se notó insípido, mi Muy Estimado Señor Noche, inerte, totalmente común. Se notó decepcionado, amargado e inseguro. Muy inexperto, muy nuevo en el mundo, muy diferente a lo que solía ser él... y se dio cuenta, muy tarde, quizás, que por más que él quisiera encontrar a alguien sus gustos, con su mirada, con su manera de ver el mundo, con su risa espontánea, con sus chistes y sus mentiras que resultaban tiernas y entretenidas al fin y al cabo, no lo iba a encontrar.
No encontraría, por más que irguiera su espalda, alguien que adorara las fotos como ella, que cantara como loca como ella, que mirara de reojo como ella, que quisiera cambiar todo y a la vez no cambiar nada, que no le mintiera en nada, sino en lo que él ya sabía, que se riera de sus tonterías, como ella. Porque ella era sólo una, que se había ido, y él ya no era él... luego, de querer regresar se hubiera perdido porque el Muy Estimado Señor Noche que solía conocer, estaba ahora sentado fingiendo ser alguien más.
El Muy Estimado Señor Noche se quería enamorar. Se quería enamorar porque todos se estaban enamorando y parecían estar felices con sus existencias, no como él que sentía la necesidad de volverse diferente para que lo quisieran como él había querido, alguna vez. De cualquier manera, las personas oscuras no merecen ser felices ni merecen encontrar una historia bonita para contar. Se recuesta en su soledad, se busca en silencio, se deja crecer el pelo y la barba, se ensucia las manos de nuevo y sin ser él del todo, deja que llegue la hora de dormir.
Tercera Muerte de mi Muy Estimado Señor Noche.

Feliz San Valentín

1 comentario:

Anónimo dijo...

Adry!! increible de nuevoo!! he leido poquito porque ando en brasil y no tengo mucho tiempo de internet, pero los estumados senor noche, estan muy buenos, y los demas tambien, cuando llegue a Chile leo todo. Saludos y besos